jueves, 26 de abril de 2018

"EL ÚLTIMO HOMBRE" Y MAYO DEL 68


¡Ay, si el viejo Iósif levantara la cabeza!


Vamos a aportar nuestro granito de arena a los fastos y conmemoraciones de este ¡medio siglo ya! del mayo-68 franchute.
A estas alturas de la película hasta el más tonto de baba sabe bien que aquella algarada de "ultraizquierdistas", transformados poco después en pijoprogres, y cuyos avatares han vuelto a aparecer recientemente tras el 15M, supuso el inicio del proceso de aniquilación de la izquierda clásica de toda la vida.
Y no solo eso. Representó el triunfo definitivo del "establishment" capitalista; ese que, en teoría, aquellos revoltosos universitarios tanto decían combatir.
Por el camino se perdió el sentido de lucha colectiva que había caracterizado hasta entonces a la izquierda obrera, que tras perder también sus referentes con la caída del Muro de Berlín, se transfiguró en esa "nueva izquierda" de ahora, tan atenta a satisfacer toda clase de caprichitos y ocurrencias individualistas y pequeño-burguesas. Ahora los animalistas, los que aspiran a que el Estado les financie su reasignación de sexo o los que quieren adoptar a algún refugiado desvalido en su casa, han encontrado por fin un lugar bajo el sol de la Revolución.
En el Discurso Preliminar del "Así habló Zaratustra" de Nietzsche se describe a la perfección al "último hombre" ( o al último imbécil) que es el espécimen que ha retoñado en Occidente tras el mayo del 68.
El capital aprovechó las exigencias hedonistas de aquella generación de consumidores de marihuana y de otros muchos productos, para despojarse de las viejas vestiduras que lo encorsetaban durante la posguerra, cuando las sociedades eran más espartanas,  soltarse la melena y revestirse como la Gran Ramera de Babilonia que es, con los mantos multicolores de los mass mierda, la publicidad y  la nueva "cultura" de masas. Como también decía Torrente Ballester en su novela La Pascua Triste : "los apóstoles del futuro predicarán la vulgaridad y los políticos la impondrán por la fuerza de una pedagogía debidamente orientada".
Eso se ha cumplido ya, y el resultado es el advenimiento de ese "último hombre", la generación Z(ombi) o postmillennial o como rayos la llamen los sociólogos de turno.
Pasen y vean.



La muerte de lo sagrado. Ilustración de Barry Kite

viernes, 13 de abril de 2018

lunes, 9 de abril de 2018

ICONOCLASTAS, FEMINISTAS Y ARTISTAS CONTEMPORÁNEAS


Nos hemos tomado la libertad de parodiar el famoso cartel de "Rosie la remachadora", creado en 1942 por el diseñador yanki J.H.Miller para la Westinghouse Electric. Se trataba de un cartel de guerra y de una "llamada al trabajo" dirigida a reclutar mano de obra femenina para la industria de armamentos, justo en el momento en que los USA decidieron por fin intervenir en la Segunda Guerra Mundial, y había que cubrir los puestos vacantes de los varones movilizados en el frente. 
A pesar de estar al servicio de la más pura y dura explotación capitalista de las mujeres, ya que se las alentaba a trabajar igual que los hombres cobrando un 50% menos (eso sí que era "brecha salarial" de verdad) y sin apelar a la emancipación ni al empoderamiento de las americanas, sino sólo a su patriotismo; las feministas a sueldo de la Administración Clinton-Obama decidieron convertirla en el icono de su causa. Muchas celebrities como Christina Aguilera, Beyonce o la propia Michelle Obama homenajearon a Rosie, posando como ella, e hicieron popular su lema "We can do it" ("Nosotras podemos hacerlo") que se parecía bastante al que usó Barack Obama en la campaña de 2008, "Yes we can" ("Sí se puede"). Que, por cierto, inspiraría también el nombre del partido de la izquierda sistémica liderado por el machirulo alfa Pablito Iglesias ( sus amigos, los gallegos de "En Marea", copiarían a su vez su nombre de la Fundación Tides, organización norteamericana y globalista que come de la mano de George Soros, el Gran Arquitecto del Nuevo Orden Mundial).




miércoles, 4 de abril de 2018

EL FAKE DE LAS VANGUARDIAS RUSAS

"Cuadrado negro, cuadrado rojo" Antes de Malevich y de 1915. Hoy de autor desconocido y, probabalemente, de 1972-75

Inmersos como estamos en un mundo mátrix donde todo es posverdad y más falso que un duro de cartón; y no se sabe bien quién miente más, si los fabricantes de fakes news de las redes sociales o los noticiarios de los grandes medios, no puede sorprendernos demasiado que sucedan cosas como estas.
Resulta que ante la evidencia del enorme número de falsificaciones que existen en los museos y que pasan por ser auténticas obras de arte, habría que reescribir de nuevo la historia. O que más bien son los propios museos quienes, con su afán de atraer al público con novedades y recaudar fondos al más puro estilo empresarial capitalista, "reinventan" la historia del arte y se sacan de la manga "obras maestras" que no son más que pastiches.
Lo que ha ocurrido últimamente con el arte ruso de vanguardia del período de la revolución bolchevique tiene toda la pinta de ser un escándalo de gran envergadura. La directora del Museo de Bellas Artes de Gante (Bélgica) Catherine de Zegher, organizó recientemente una exposición con 26 piezas que llevaban las firmas de Malevich, Kandinsky, Tatlin, Jawlensky, Aleksandra Ekster, Natalia Goncharova, Lyubov Popova... Es decir, de lo más granado del suprematismo y  del constructivismo ruso, aquella explosión de "genialidad" que tuvo su apogeo entre 1917 y 1930 y que legó a la posteridad un buen número de mamarrachadas, como el famoso "Cuadrado negro" de Malevich.
A la cita acudió un gran público, ansioso de extasiarse ante el espectáculo de unas obras de vanguardia que, supuestamente, habían sobrevivido al convulso período de la Revolución Roja. Un público que crea una creciente demanda, que los museos intentan satisfacer aunque sea a base de abultar su oferta ofreciendo descaradas falsificaciones.
En este caso, la directora del museo belga llegó al extremo de declarar al diario "La Libre" que la exposición no era más que el prólogo de otra aún más ambiciosa que obligaría a "reescribir la historia de la vanguardia rusa". Pues bien, los expertos acabaron por destapar el fraude, sentenciando que todas las piezas expuestas eran falsas, o al menos existían grandes dudas acerca de su autenticidad, ya que la documentación aportada sobre ellas estaba amañada y no era pposible rastrear su origen  a partir de los catálogos de referencia. Aunque el museo intentó responsabilizar al prestador, el coleccionista de arte Igor Toporkovski, finalmente ha tenido que asumir sus propias culpas y cesar a su directora, por haberse pasado de listilla.

Vista de la exposición de Gante. Fuente: Artnetnews

Esto ocurre cuando no hace ni un año que varios museos de Europa han reconocido que exhiben obras de vanguardistas rusos que en realidad son falsificaciones. Entre los que han entonado el mea culpa está el Museo Albertina de Viena y, especialmente, la Colección Estatal de Westfalia del Norte de Düsseldorf, propietaria del "Cuadro negro, cuadro rojo", hasta ahora atribuído a Malevich y valorado en 94 millones de dólares, y que ahora parece haber sido obra de un falsificador de los años 70. El tema se complica aún más, porque desde su adquisición en 2014 el museo lo convirtió en su particular icono y en el logotipo de la casa... Ahora tendrán que rehacer todo su merchandasing.
La sospecha de falsificaciones expuestas como piezas reales no se limita sólo a las vanguardias rusas. Un clásico favorito de los timadores, Modigliani, ha vuelto a ser noticia al averiguarse que un total de 20 cuadros falsos atribuidos al maestro fueron expuestos en el Palacio Ducal de Génova el pasado mes de julio de 2017 haciéndolos pasar por auténticos. Como siempre en estos casos, los responsables de los museos intentan desviar su responsabilidad hacia los donantes o los prestadores de las obras. Pero resulta evidente que el ansia crematística anda detrás de la mayoría de estas exposiciones, que no ofrecen más que gato por liebre a un público que acude en masa a estos eventos como si se trataran de  actos religiosos, sin aportar por ello ninguna garantía de autenticidad.
Todos recordamos a aquel pintor que falsificaba modiglianis, Elmy d'Hory, y que aparecía en la película de Orson Welles "F for Fake", que ya comentamos en una entrada anterior: https://morenoruizignacio.blogspot.com.es/2015/05/la-opinion-de-los-expertos-cuando-el.html
En ella declaraba ser el autor de miles de cuadros que se exhibían como auténticos en los museos y colecciones. El haber reconocido en la película de Welles la autoría de sus falsificaciones fue una imprudencia que no acarreó mayor perjuicio a esos museos, pero sí que arruinó su vida y le acabó llevando al suicidio. Puede que con esa pericia suya hubiese sido capaz de engañar hasta cierto punto a los "expertos" en Modigliani, pero en el momento actual no cabe duda que los directores de los museos no tienen ningún escrúpulo en "reinventar" la historia y servirnos un menú de falsedades, si eso les puede aportar fama y grandes dividendos.