jueves, 28 de septiembre de 2017

LOS DESGARRADOS CRISTOS DE PRIETO COUSSENT

Cristo en la Cruz  (1944-48) Recreación por ordenador de una foto en blanco y negro

“Realizando esa obra sudé sangre.  Lloré y sangré con el alma y muchas veces pinté arrodillado. En cada pincelada , en cada sombra, hay una gota de mi propia sangre y mi sudor de esclavo sometido al yugo del amor y el esfuerzo. Mi Cristo es también mi calvario, y acaso mi gloria”
Benito Prieto Coussent (Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias de Granada, 1983)

 Haber estado a punto de morir fusilado al comienzo de la guerra civil, y haber salvado la vida  gracias, entre otras cosas, a la hospitalidad que le brindaron los monjes capuchinos del monasterio de Guadalupe, fue algo que tuvo que marcar para siempre la vida del artista Benito Prieto Coussent. Sabemos que poco después de acabada la guerra contrajo matrimonio con una granadina, y se fue a vivir con ella a su pueblo natal, El Padul. Allí transformó un viejo almacén familiar en su estudio de pintura e inició una nueva etapa de aislamiento e introspección, consagrada al que sería el gran proyecto de su vida.

viernes, 15 de septiembre de 2017

LOS FACHAS QUE NO AMABAN A LOS FILÓSOFOS, Y OTRAS ESCENAS TUDENSES


  Desempolvando viejas historias de la guerra civil, y siguiendo el más estricto criterio de la "memoria histórica", vamos a continuación a contar otra historia de signo contrario, para confirmar aquello de que en todos los sitios cocieron habas en el 36. Es un episodio como otros muchos que sucedieron hasta en los más perdidos rincones de la España profunda, excitada por los tambores de una guerra salvaje y fraticida.

LA GIOCONDA ESTÁ TRISTE

 ¿QUÉ TENDRÁ LA GIOCONDA? 

 Mediometraje dirigido por Antonio Mercero en 1977. Muy apocalíptico y con un final que recuerda un poco al del Planeta de los Simios. Enseñamos el principio y el final, el resto puede verse en Youtube.

 



martes, 12 de septiembre de 2017

  EL CASO SERT Y LA DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO

Murales de Jose María Sert para la catedral de Vich

Aunque dentro del panorama artístico español e internacional de principios del siglo XX  el catalán José María Sert y Badía (1874- 1945) era una figura de primer orden, la historiografía oficial lo ha ido relegando al olvido por motivos que, como ocurre muchas veces, nada tienen que ver con la calidad de su obra plástica. Nacido en el seno de una típica familia de la burguesía barcelonesa dedicada a la manufactura textil, buscó sin embargo su propio camino como artista y tras estudiar  en la Escuela de de la Llotja y con Alexandre de Riquer se marchó a París en 1899, en la época en la que triunfaba el Art Nouveau. Allí contactó con Maurice Denis y el grupo nabi, se casó en primeras nupcias con Misia Godebskaba, la musa de los simbolistas, quien lo introdujo en los círculos de artistas e intelectuales más destacados del momento. Pronto empezaría a ganar renombre como muralista, con un estilo manierista y neobarroco que bebía en diversas influencias (Miguel Ángel, Tintoretto, Veronese, Rubens, Piranesi, Tiépolo, Puvis de Chavannes e incluso Goya) muy alejado del discurso vanguardista que más tarde se impondría, pero que despertaba la admiración entre sus contemporáneos por su tono sublime y monumental. Una de sus obras principales fue la decoración de la catedral de Vich, destruida en 1936 por los antecesores de la CUP y Podemos, al comienzo de la guerra civil.