miércoles, 13 de abril de 2016

   EL ANTICRISTO EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS, LA LITERATURA Y  LAS ARTES

 
Representación del Anticristo cercando la  Ciudad de los Santos, según el Beato de Liébana (ilustrado por Maius en el siglo X) de San Miguel de la Escalada.

   
He aquí uno de los mitos cristianos que más ha fascinado y excitado las imaginaciones desde la Edad Media, cuando se creía firmemente en su futura existencia, hasta nuestros días en que somos más "escépticos" pero no por ello menos impresionables. Baste recordar ciertas películas que circulan con profusión (La semilla del Diablo, La Profecía), cierto virus informático que llevaba su nombre y que colapsó los sistemas informáticos en el año 2000 o ciertos músicos del pop-rock que le han dedicado alguno de sus temas (Iron Maiden, Sex Pistols, Marilyn Manson). Incluso no escapan a su influjo ciertas interpretaciones conspiranoicas como las relacionadas con los Illuminati, las tarjetas de crédito, los implantes de microchips (en los que figuraría la enigmática cifra del 666) o con la Unión Europea. Pero muchas veces la abundancia de árboles nos impide ver el bosque y perdemos de vista el significado auténtico de este mito (quizás sea esa otra añagaza del Maligno) ¿Qué es o quién es en realidad el Anticristo? ¿Cómo se originó este mito? ¿Puede el arte ayudarnos a comprender mejor este misterio?

La creencia en que al final de los tiempos se manifestará un Antimesías, un ser maligno, una especie de encarnación del Diablo entre los hombres, que obrará prodigios, seducirá a las multitudes y le será permitido declarar la guerra a  Dios y a los santos y vencerlos, tiene su fundamento en algunos pasajes del Nuevo Testamento. En particular, en las Epístolas Primera (capitulos 2 y 3) y Segunda de san Juan (donde se alude explícitamente a la aparición de un Anticristo y de varios "anticristos", así en plural) y en la Segunda de san Pablo a los Tesalonicenses (II Thess., 2, 3-4) en la que es mencionado como "el hombre del pecado, el hijo de la perdición (....) que se sentará en el templo de Dios, mostrándose como si fuese Dios". Esta última cita no deja lugar a dudas de que se refiere a un personaje real de carne y hueso, y no un ente abstracto o una doctrina. En otro pasaje, san Pablo afirma que el Impío se manifestará cuando sea quitado de en medio "lo que ahora lo retiene" (¿el imperio romano? ¿la iglesia de Roma?) y que el Señor lo destruirá con el aliento de su boca en su segunda venida.- También se rastrea la presencia del Antimesias en el Evangelio de san Mateo, capítulo 24 (donde se alude a los falsos Christos y los falsos profetas) y, sobre todo, en el Apocalípsis de san Juan.

Es en este Libro de la Revelación donde encontramos las visiones más alucinantes entorno al Anticristo y que más se han grabado en la memoria de las gentes. En él aparecen figuras simbólicas, misteriosas y de gran fuerza como la Gran Ramera de Babilonia (que tradicionalmente se identificó con la Jerusalén terrestre, pero que más tarde para albigenses y protestantes simbolizaría la Roma de los papas), el Dragón Bermejo de siete cabezas y diez cuernos (el Diablo) y las dos Bestias, la que viene del mar o Gran Bestia de siete cabezas y diez cuernos (como Satanás) y la terrestre, con apariencia de cordero. La primera se considera que representa al Anticristo (visto como un monarca universal) y la segunda a su Falso Profeta, aunque ambas se confunden a menudo en una sola figura (la del Anticristo) y sus atributos. No falta, por último, la famosa cifra 666, que llevarán marcada en su frente o en la mano derecha los seguidores de la Bestia...y otros personajes del drama apocalíptico como los dos testigos, los pueblos de Gog y Magog,etc. Más tarde hablaremos más por extenso de este tema.

Según la opinión de algunos exégetas, el Anticristo aparece prefigurado en el Antiguo Testamento, en concreto en un midrás (meditación) de Ezequiel, capítulo 38, en el que se menciona también a Gog y a Magog, los reinos infernales que secundarán al Enemigo; y sobre todo en el libro del profeta Daniel, precursor del género apocalíptico, en la interpretación que hizo del sueño de Nabucodonosor y en la visión de la cuarta bestia, donde se anuncia la llegada de un rey impío al final de los tiempos. Todos aquellos soberanos que persiguieron a los judios a lo largo de la historia o profanaron su Templo (que no fueron pocos) serían pués antecesores del Anticristo, como el propio Nabucodonosor (destructor del primer Templo), Antíoco IV Epífanes (quien mandó construir altares dentro del propio Templo) o el emperador Calígula (que exigió ser adorado como dios de nuevo en el Templo). Fue Tito quien terminaría de rematar la faena, destruyendo el segundo Templo en el año 70 y dejando sólo en pie el Muro de las Lamentaciones. Pero no solamente entre los judeocristianos existe este arquetipo, pues al igual que Satán está presente en la muchas otras religiones y culturas, baste citar a la serpiente Lahak, encarnación de Ahriman entre los mazdeístas o el Al-Dajjai de los musulmanes. Incluso en la actualidad el buda Maitreya, tan esperado por los adictos de la New Age y vinculado al Novus Ordo Seculorum, tiene aspectos inquietantes que lo identificarían con el Anticristo.







Más tarde los cristianos verían al prototipo de la Bestia en Nerón, el gran perseguidor según la leyenda (en realidad, los hubo algunos otros bastante peores que él) y está bastante extendido identificar su nombre con el valor numérico  666 según el alfabeto griego. La idea popular de que el emperador no había muerto, de que regresaría de Partia para recuperar el trono y la aparición de algunos falsos nerones, reforzó aún más si cabe esta identificación. En el siglo IV un autor cristiano, Tyconius, dijo que las potencias enemigas del cristianismo se condensarían al final de los tiempos en un último rey de la Ciudad del Diablo, suscitado por Satanás.  Con la caída del Imperio Romano, algunos vieron en las hordas bárbaras a los pueblos de Gog y Magog, y Atila, Gengis Khan y Mahoma (considerados como azotes de la cristiandad) pasaron a engrosar la lista de candidatos a ser el Anticristo. Un personaje coetáneo de Jesucristo con fama de milagrero y que según sus seguidores tenía muchos paralelismos con Él,  el neopitagórico Apolonio de Tiana, fue presentado también como un Cristo negro, al igual que el gnóstico Simón el Mago, quien aparece en los Hechos de los Apóstoles realizando falsos milagros e intentando "comprar" el secreto de la imposición de manos a san Pedro. Otros herejes surgidos en el seno de la Iglesia, como Arrio, Calvino o Lutero o críticos con el papado como Savonarola, recibieron el apelativo de "anticristos", aunque les correspondería mejor el de "falsos profetas" o el de "estrellas caídas" (Ajenjo, como se la menciona en el Apocalípsis) que arrastran a su vez a muchos creyentes a la apostasía. A su vez los protestantes contraatacarían llamando "anticristos" a los Papas de Roma, que se consideran vicarios de Cristo, usurpando según ellos su título y autoridad. Algunos de ellos, como Alejandro VI con su leyenda negra, darían todavía más verosimilitud a esta afirmación.


El Papa como el Anticristo en un grabado protestante (siglo XVI)

Y acercándonos a los tiempos modernos, no faltaría quien señalase a Napoleón, Hitler, Stalin o incluso Sadam Hussein como encarnaciones del gran Impostor. El célebre psicoanalista Carl G. Jung llegó a pensar que los regímenes totalitarios, con su pretensión de hacer del Estado una nueva religión y el culto que rendían a sus líderes, eran ni más ni menos que el Anticristo anunciado por las profecías. El propio Jung, en su juventud, se vio fascinado por la ideología y la mística del nacional-socialismo, así que algo sabría de lo que hablaba. De todas formas, el hecho de que todavía no hayamos llegado al fin de los tiempos ni hayamos sufrido un cataclismo cósmico que justifique la creación de un "nuevo cielo y una nueva tierra", significa que todavía no ha aparecido el Infame, aunque se le espera con impaciencia. ¿Será el lider de un futuro estado totalitario todavía más terrible si cabe que los que surgieron en el siglo pasado, y con más poder para controlar las mentes gracias a las nuevas tecnologías?

Y aquí un inciso: una versión no muy difundida en la actualidad, por razones obvias, pero sí bastante vigente entre los católicos, al menos hasta el Concilio Vaticano II es la que afirma que la Bestia surgirá del seno de la Sinagoga. Esto lo decía ya san Jerónimo, quien no dudaba que nacería en Babilonia, sería circunciso y recibiría educación rabínica, y que establecería su capital en Jerusalén, donde el Señor fue crucificado. San Agustín y san Ireneo apuntaban a la tribu israelita de Dan como la que alumbraría al Anticristo. Sobre todo en el mundo bizantino tuvo esta teoría bastante predicamento, lo mismo que la "escatología imperial" (la creencia en un Último Emperador que se opondría a los enemigos de Cristo) y la vemos recogida en el Apocalípsis de Daniel, un texto bizantino del siglo IX. En este relato el Anticristo nacería de una virgen, tras haber esta ingerido un  pequeño pez surgido de los abismos del Hades, y sería reconocido por los judíos como su rey. Después estas ideas llegarían a occidente, alimentando en gran medida el antisemitismo medieval, muy presente todavía en los cuadros de El Bosco y sus contemporáneos. Algunos estudiosos llegaron a proponer que la cifra 666 significaba en hebreo "Ha-Melek Le Is-Rael" o "el rey de Israel" . La base de estas suposiciones estaba en que al no reconocer a Cristo como el verdadero Mesías, los judíos siguen esperando al suyo, que no sería otro que el Anticristo. Antes y después de Jesucristo surgieron otros candidatos como Simón Bar Kochba, quien encabezó una sangrienta rebelión contra los romanos en el año 132. Y aun en el siglo XVII surgió un personaje como Sabbetai Zevi para demostrar que las esperanzas mesiánicas estaban todavía muy vivas entre la comunidad judía en tiempos más bien recientes, por mucho que se diga lo contrario. Además hay que contar con el sambenito de deicida que los cristianos endilgaron a la Sinagoga (y por extensión al pueblo judío) por su decisiva intervención en el proceso y la muerte de Jesús, aunque el brazo ejecutor fuese romano.Según los Evangelios, ellos asumieron la responsabilidad de la muerte del Redentor ("caiga su sangre sobre nuestras cabezas y sobre las de nuestros hijos..." Mateo 27.25) salvo que esta sea una interpolación antisemita efectuada a posteriori, pero eso habría que demostrarlo. Así las cosas, a partir de ese hecho, los judios dejaron de ser el Pueblo Elegido para los cristianos, la Sinagoga fue declarada la enemiga de Cristo y, al decir de algunos, la Torá parece que fue perdiendo relevancia para los judíos practicantes frente a otros textos religiosos de carácter interpretativo, como el Talmud (repleto de invectivas anticristianas, por cierto) o esotérico como el Zohar (la biblia de los kabalistas, y que tanto influjo tendría en la génesis de la brujería y la magia negra en Occidente). Por supuesto, el actual pontífice, que insiste tanto en la convergencia religiosa y en llamar a los judíos "sus hermanos mayores" está a años luz de estos planteamientos tan espinosos.

Detalle de "El sermón y las obras del Anticristo" de Sinorelli (hacia 1500)

Tampoco el Islam escapa a las sospechas de que pueda llegar a incubar en sus entrañas al Anticristo. Para algunos exégetas la cifra 666 significa "Maometis" o Mahoma en griego. Las profecías entorno a su nacimiento en Babilonia, señalando inequívocamente hacia el Oriente, parecerían reforzar esta tesis.. Y tanto en Bizancio como en la Hispania de la Reconquista circuló esta idea, reforzada por las imágenes del Beato de Liébana en sus diferentes versiones.Los actos de salvajismo que acompañaron tradicionalmente a la expansión del Islam (recordemos las correrías de Almanzor o cómo se las gastó Solimán el Magnífico con Bizancio) parecían pruebas irrefutables de que el Maligno viajaba con ellos. Hoy en día estamos comprobando como el islamismo vuelve a ser una amenaza permanente para la cristiandad, baste no sólo recordar los últimos atentados en suelo europeo, sino sobre todo las matanzas de cristianos en Oriente Medio y África, que apenas reciben la atención de los medios de comunicación internacionales. Por otra parte, esta idea pervive en el fundamentalismo religioso americano, empeñado en identificar al Anticristo con Sadam Hussein (como antaño se hizo con Hitler o Mussolini) y sirviendo de justificación moral para las pasadas aventuras bélicas de los Bush en Irak y Afganistán y las que estén por venir. El califato islámico  muy bien pudiera ser la Bestia "herida de muerte cuya llaga fue curada, y toda la tierra asombrada luego la siguió".  Pero de nuevo, el actual Vicario de Cristo está en las antípodas de esta cosmovisión, más acorde con los tiempos en que había una Iglesia militante y vigilante, y se muestra muy cauto (demasiado a veces) a la hora de denunciar las atrocidades de los islamistas, y llamarlos por su nombre,a pesar a que la sangre de los mártires puede llegar algún día a besar las escaleras del Vaticano.


La idea del Anticristo se relaciona bastante con el "milenarismo" de san Papías y san Ireneo, y que basándose principalmente en el Apocalípsis de san Juan anuncia la segunda venida de Cristo a la Tierra o Parusia, la primera resurrección de los justos y el establecimiento del reino de los justos durante mil años, en la Nueva Jerusalén. Pero para ello, antes Cristo deberá vencer a su rival más poderoso, una versión en negativo del propio Jesucristo, un hombre que lo imitará en apariencia pero que estará en realidad poseído por el Diablo. Algunos afirman que será engendrado por el mismo Satanás en el vientre de una mortal, como se decía del emperador Caracalla o el mago Merlín que habían tenido a un íncubo de progenitor, y esta versión tan sensacionalista ha tenido bastante fortuna entre los novelistas y cineastas contemporáneos. Pero es más común entre los expertos ver en él a un hombre adoptado por el Demonio, como si fuera su hijo espiritual. Después vendrán los tres años y medio de dominio sobre la Tierra, en los que el Antimesías obrará muchos falsos milagros para atraer a sus acólitos, a los que llegará a marcar como a las reses y a los que controlará financieramente ("no podrán comprar ni vender si no llevan la marca de la Bestia..") y podrá masacrar a su antojo a los verdaderos creyentes y a aquellos que no le adoren como a un dios. Solo dos personajes, los "dos testigos", se le opondrán predicando por el mundo "vestidos de sacos". Algunos afirman que puede tratarse de Moisés y Elías (testigos de la Transfiguración en el Monte Tabor) o de Henoch y Elías, porque no hay constancia de que ninguno de ellos muriera. Pasado ese tiempo de tribulaciones, regresará de nuevo Jesucristo con sus ángeles para derrotar a la Bestia  en la batalla de Harmagedón, próxima a la capital del Anticristo, Jerusalén o la Gran Babilonia, que será destruida. Se producirá entonces un cataclismo cósmico, un gran terremoto y el sol pondrá negro y la luna se teñirá de sangre y caerán las estrellas del firmamento, y el mundo que conocemos hoy será purificado por el fuego. Y sobre los cimientos de Babilonia se edificará la Nueva Jerusalén o Ciudad de los Santos, donde los justos vivirán mil años en  compañía del Señor y se cumplirán las promesas de los profetas. Pasados los mil años, volverá a desencadenarse al Demonio para que arrastre a las naciones que moran en los cuatro ángulos de la tierra y a  Gog y Magog, que intentarán sitiar a la Ciudad de los Santos, pero caerá fuego del cielo y los devorará a todos. Tras lo cual Satanás, la Bestia y el Falso Profeta serán arrojados por fin al lago de fuego que arde con azufre , y tras la segunda resurrección tendrá lugar el Juicio Final.

 En estas creencias también tiene su importancia el paralelismo y la simetría, de raíz un tanto maniquea, que se establece entre el Bien y el Mal. A Dios le corresponde Satán. A la jerarquía de ángeles y arcángeles le corresponde un ejército de demonios y archidemonios. Y por tanto a la Trinidad Divina le corresponde también una trinidad infernal compuesta por el Dragón (Satanás), la Gran Bestia (el Anticristo) y su precursor o Falso Profeta. Según Paul Ricoeur, el Anticristo sería el  Hombre Impío o "tercer Adán" (el segundo Adán es Jesucristo). .

Detalle de xilografía para el Apocalipsis de Durero, con la Gran Bestia y el Falso Cordero (1496-98)


Sobre la identidad del Falso Profeta, una especie de Juan Bautista o Precursor diabólico, también han corrido ríos de tinta, como ya hemos apuntado antes. Se debe reseñar que no faltan autores católicos ortodoxos que han especulado con que se tratará de un sacerdote católico apóstata o tal vez de un antipapa surgido del seno de la propia Iglesia Romana. Esta idea es muy vieja, anterior a Lutero, y ya está presente en el Canto XIX de la Divina Comedia del Dante, donde se identifica a la Gran Ramera con la iglesia corrupta de su tiempo y con los papas simoníacos. El Hijo de la Perdición, el que según san Pablo se apoderaría de la posición máxima en el templo, es el gran embustero que realiza la mejor simulación de santidad para hacer el peor mal ¿qué mejor posición podría ocupar que la  propia silla de san Pedro? Nostradamus vaticinó en la Centuria IX que la Bestia sería hijo de un monje y una monja y que sus gestas ocasionarían, entre otras, la ruina del papado. El venerable Holzhauser, un religioso alemán del siglo XVII, interpretó de semejante guisa la llamada profecía de san Malaquías, una colección de lemas en latín que corresponderían a cada uno de los papas que se sucederán hasta el fin de los tiempos. Por cierto, que el actual papa Francisco I, supuestamente el "Petrus Romanus" de la profecía, vendría a ser el último pontífice, al que le tocará apacentar el rebaño en medio de numerosas tribulaciones y la persecución final de la Iglesia... hasta que la ciudad de las siete colinas sea destruida y el Juez Terrible juzgue el mundo. Pero el cómputo de papas puede estar equivocado, sobre todo si consideramos las circunstancias excepcionales que rodearon el nombramiento de Bergoglio como sumo pontífice, dándose el caso insólito de que haya actualmente dos papas en lugar de uno solo. ¿Tendrá algún significado simbólico esta duplicidad? ¿Tendrá todo esto algo que ver con el tercer secreto de Fátima?


En el mundo de las letras el tema del Anticristo, como todo lo que se relaciona con el Diablo y el Apocalípsis, ha dado y sigue dando mucho juego. Aparte de los textos sagrados y sus intérpretes, a los que ya nos hemos referido antes, hay que citar a algunos autores que han glosado su figura, como Joaquín de Fiore (un destacado milenarista) quien, en 1242, le dedicó una estrofa en la "Chronica majora", asociándolo con Gengis Khan, el "peligro amarillo" de la época. Ya mencionamos la Divina Comedia del Dante, y en nuestro Siglo de Oro se escribieron dos dramas poéticos sobre el "Antecristo", uno de Lope de Vega y otro de Ruiz de Alarcón. Pero será en el siglo XIX cuando rebrote el interés, tras la resaca de la Ilustración, y será justamente cuando el satanismo empiece a introducirse en la literatura francesa, de la mano de Baudelaire y sobre todo de Isidore Ducasse, el autor de los "Cantos de Maldoror". Incluso un  filósofo como Nietzsche no pudo sustraerse al influjo y publicó su obra "El Anticristo" donde arremete contra la Iglesia y, según él,  la  adulteración de los Evangelios que introdujo la noción  del pecado original para instaurar una "moralina" contraria a la vida. Más tarde otro filósofo, el judío austriaco Joseph Roth, publicaría otra obra homónima en 1934 para oponerse  a los totalitarismos, la tecnología, el cine de Hollywood y  otras formas de barbarie.
 En esta línea infernal hay que situar tres obras de literatura fantástica que considero que están relacionadas entre sí y con el tema que nos ocupa, porque sugieren una especie de epifanía diabólica. Son "Allá Abajo" (1891) del francés J.K. Huysmans, "El Gran Dios Pan" (1890 y revisada en 1894) del galés Arthur Machen y "Mandrágora" (1911) del alemán H.H. Ewers. En la primera descendemos a los círculos del satanismo medieval y contemporáneo donde se nos habla de íncubos y súcubos y aparece un sacerdote réprobo, el clérigo Docre, capaz de cometer toda clase de sacrilegios para mayor gloria de Satán. En la segunda un antiguo horror primigenio, que se parece al dios Pan de los paganos, pero que recuerda bastante a Satanás, se manifiesta en la Inglaterra de la época victoriana, dejando en estado a una pobre enferma mental, una víctima del progreso de la neurociencia. La hija que da a luz es un ser bello y abominable a la vez, una especie de Lilith que irá sembrando la devastación a su paso. Muy similar es el argumento de "Alrune" o "La Mandrágora", novela en la que la mujer (como sucedía con las brujas de la Edad Media) es el vehículo favorito para el Mal y son capaces de engendrar monstruos como el Anticristo. Decir que estos dos últimos autores estuvieron íntimamente vinculados a sociedades secretas como la Golden Dawn, de la que saldría el famoso mago del siglo XX Aleister Crowley, que se hizo llamar la Gran Bestia 666.


Dibujo de Aleister Crowley, alias "la Gran Bestia 666"


Desde el campo cristiano también se trató el tema de la Bestia, y hay que citar al ruso Vladimir Soloviev con "Una corta relación sobre el Anticristo", quien describe un futuro en el que el espiritualismo brumoso ha sustituido a la religión (en eso estamos ya, gracias al californismo) y aparece un personaje que se cree el verdadero Redentor. "El amo del mundo" (1908) del sacerdote inglés convertido al catolicismo R.H. Benson llegó a influir decisivamente en el argentino Hugo Wast, autor de una novela alucinante dividida en dos partes "Juana Tabor-666" (1942), que tuvo bastante difusión y fue traducida a muchos idiomas. Posteriormente se publicaría "La noche de todos los santos" (1945) del anglicano Charles Williams, en la que aparece un clérigo de nombre Simón (de nuevo la sombra de Simón el Mago) que realiza curas milagrosas y predica el amor y la paz universales, pero que en realidad aspira a alcanzar el poder absoluto.
Ya en tiempos más recientes escribiría Ira Levin su "Rosemary´s Baby" (1967), a partir del cual otro cineasta judío, Roman Polanski  llevaría al cine "La Semilla del Diablo", una genial adaptación que inició el género de películas más o menos afortunadas entorno al Diablo. Aquí se trata nada menos que de la encarnación de la Bestia por el ayuntamiento carnal entre Satanás y  una mujer. El tema volvería al cine de la mano de "La Profecía" (1976), con música del Carmina Burana, bastante  más floja que la película de Polanski, y que originó una secuela. Su principal aportación es que establece una conexión entre el Anticristo y el poder político y financiero. Otras cintas llevan por título El Anticristo, como la de Alberto de Martino de 1974 (con música de Morricone) o la Lars von Trier de 2009, pero sus argumentos poco tienen que ver con el tema que nos ocupa. Para los que se toman esta historia a chirigota, está "El Día de la Bestia" de Alex de la Iglesia, pero que luego no nos vengan estos con el llanto y crujir de dientes cuando las profecías se cumplan y empiece a caer el fuego del cielo sobre sus cabezas.



Detalle de  "La Epifanía" de El Bosco (siglo XV)

Por supuesto, en la pintura y las artes plásticas, en especial durante la Edad Media,  también hizo acto de presencia el Anticristo. Ya mencionamos el Beato de Liébana, un comentario que este monje español realizó del Apocalípsis en plena época de la invasión musulmana, y que siglos más tarde fue ilustrado en varios monasterios convirtiéndose en una especie de best-seller medieval. Las miniaturas (que a su vez influirían en la imaginería del Románico) representan frecuentemente a los seguidores de la Bestia con atuendos orientales, de clara inspiración al-andalusí, y al Anticristo con una especie de tiara o tocado judio o ismaelita. El Bosco lo incluye al menos dos veces en sus obras. En la Epifanía del Prado es el" cuarto rey" que se asoma en el cobertizo mientras el Niño Jesús recibe el homenaje de los Tres Magos. Algunos han querido ver en él a Adán con dignidad de sacerdote, otros a Herodes acechando para acabar con el Mesías, pero por el manto rojo y la estraña tiara decorada con espinas, y otros indicios, parece seguro que se trata del Contracristo. Y en la Tentación de san Antonio de Lisboa aparece como un sumo sacerdote oficiando una misa negra ante los demonios que torturan al santo. No podemos dejar de mencionar al gran Durero con su alucinante colección de grabados inspirados en el Apocalípsis de Juan, donde encontramos a la Gran Bestia y al Falso Cordero tal como los describe el autor sagrado con gran fidelidad en el detalle. Y por último debemos viajar a Orvieto (Italia) para contemplar en la capilla de san Brizio el mural "Sermón y hechos del Anticristo" que empezó a pintar Luca Signorelli a finales del siglo XV. Aquí encontramos una de las mejores representaciones del Antimesías de la historia de la pintura (no hay muchas) visto como un doble de Cristo al que el Diablo maneja como un títere. De hecho, los brazos del personaje son una prolongación de los de Satanás que le sopla a su lado lo que ha de decir a las multitudes que le escuchan. A lo largo del mural, al fondo de esta escena, asistimos a algunos supuestos prodigios realizados por el Infame y a su caída desde los cielos, como le ocurriera a su precursor Simón el Mago cuando san Pedro le hizo la señal de la cruz.


Detalle de "las Tentaciones de san Antonio"(siglo XV)- de El Bosco



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