martes, 23 de abril de 2013

MURALES  versus  GRAFFITI




Foto en la que aparecen los autores del mural:Luís Romero, Beatriz Ansede,dos aprendices espontáneos y en la parte de abajo el autor del blog



  En el mes de mayo de 1996 , hace ya  cosa de diecisiete añitos, tuve la fortuna de participar en la creación de un mural para la playa de A Calzoa, en la parroquia de Coruxo (Vigo). Fue un trabajo en equipo con otros dos pintores, Beatriz Ansede y Luis Romero, autor del boceto original que sirvió de base al proyecto. Se realizó de balde (es decir, gratis),a requerimiento del Círculo Recreativo y Etnográfico "A Buxaina", con los permisos correspondientes, y en el marco de una serie de actividades culturales que por entonces estábamos desarrollando los integrantes de un colectivo de artistas vigueses.


Aunque no se trataba de la Capilla Sixtina, creo que hicimos un trabajo digno, en armonía con el lugar de su emplazamiento, y basándonos en motivos que hacían referencia a la labor desarrollada por "A Buxaina" para rescatar y difundir el folclore, las tradiciones y la cultura popular de la zona de Coruxo. Por ejemplo, en la composición aparece un gaitero, que representa la pervivencia de la música tradicional, y una embarcación pesquera propia del lugar, la gamela coruxeira, que hubiera desaparecido del todo si no llega a ser por el tesón de este colectivo. 
 Todos aprendimos algo de la técnica de la pintura mural, aprovechándonos de la amplia experiencia que en este campo tenía nuestro compañero Luis Romero. Se hubo de preparar primero la pared para su imprimación, y se escogieron las pinturas adecuadas para la mejor conservación de la obra una vez terminada. De hecho, todavía sigue allí a día de hoy, a pesar de los estragos de los que más tarde hablaremos, y que en su mayor parte nada tienen que ver con el paso del tiempo o el proceso de realización de la obra. Como puede observarse en las fotografías, hubo que disponer  de unos andamios para poder trabajar sobre la superficie al completo, y se aplicó la pintura con procedimientos tradicionales: a pincel, brocha y con rodillo en algunas zonas donde se quería crear un efecto de mosaico.
Creo sinceramente que los que encargaron el mural quedaron satisfechos con nuestra labor, pues pusimos nuestro empeño en  crear una obra que mejorara ese espacio público y perdurara, para disfrute de vecinos y visitantes.El día de la inauguración culminó con un inolvidable festejo, al que nos convidaron los amigos de "A Buxaina", donde no faltaron la música de gaita ni la tradicional queimada, acompañados por el batir de las olas en la playa de A Calzoa.



Nota de prensa aparecida en "Atlántico diario" (12-6-1996)

 
Nota de prensa de "La Voz de Galicia" (12-6-1996)

 

Sin embargo,  pocos meses después de concluido el mural surgió algo que resulta "lógico" en la sociedad de la incultura en la que vivimos. No tardaron los gamberros de turno en cubrir nuestro trabajo con sus "tags" y sus "graffiti" (como las llaman los "expertos"), dejando su huella particular,  sumergiendo algunas figuras en una masa informe que se extiende como una lepra o un cáncer  hasta donde pudieron llegar con el spray,  y "completando" otras con apéndices genitales toscamente dibujados,etc.
Recientemente he visitado de nuevo el sitio y he podido comprobar que, a pesar del inevitable deterioro que el paso del tiempo tiene que producir en una obra expuesta a la intemperie y a la humedad, los colores todavía aguantan y conservan cierta brillantez. Incluso de nuestras precauciones se beneficiaron las pintadas que nos hicieron encima, porque si todavía aguantan es gracias al trabajo pictórico que hay debajo.
Ya contábamos con que esto pudiera ocurrir cuando se crea algo en un espacio público, siendo además una zona poco vigilada como aquella, y habiendo tanto individuo suelto al que no le merece ningún respeto el trabajo ni las ilusiones ajenas. Es curioso que los grafiteros exijan luego respeto para sus actividades, cuando está visto que ellos no hacen lo propio con el esfuerzo de los demás.






Diversas fases de realización del mural de A Calzoa en 1996


Pero lo que no es de recibo es que haya quien se empeñe en considerar "arte" ciertas manifestaciones de gamberrismo urbano puro y duro, y de eso quiero hablar a continuación.


El graffiti, ¿arte o vandalismo urbano?
 
El arte mural tiene orígenes muy antiguos, que pueden remontarse a las cuevas de Altamira, a  las tumbas de los faraones de Egipto o al arte de las civilizaciones precolombinas (Bonampak), de India (Ajanta) o del Mediterráneo (Cnossos, Micenas). De los romanos tenemos las pinturas al fresco de Pompeya y Herculano, conservados gracias a las cenizas del Vesubio, y también las primeras muestras de lo que ahora se conoce como "graffiti", inscripciones generalmente de carácter político, satírico u obsceno encontradas sobre los muros de los burdeles, letrinas y tabernas de la ciudad. Pero una cosa es el esgrafiado (podríamos remontarnos en el tiempo hasta los petroglifos) y otra el graffiti contemporáneo que nació con el aerosol y es un fenómeno puramente urbano, vinculado a "culturas" juveniles como el hip hop y movimientos marginales como el de las bandas latinas.
Merece la pena echar un vistazo a la entrada dedicada al "graffiti" de la Wikipedia, para ver allí un artículo más amplio que el otorgado a la pintura del Renacimiento. Y eso, a pesar de lo farragoso que resulta de leer, ya que se recrea en lo anecdótico y en muchos apartados se ve que  han traducido "de aquella manera" el texto original en inglés. Pero eso poco importa, pues los autores de graffiti, aunque ellos se denominen a sí mismos "escritores" y se pasan la vida pintando letras, no son amigos de leer mucho...¡Cuánta "erudición", Madre de Dios! Estilos, géneros, técnicas, genealogía, y cantidad de vocablos y terminología especializada. Si pronto habrá catedráticos en graffiti. Que si el tagging, las Bubble Letters, las pieces, los Throw ups (vómitos), la Latrinalia (graffiti en las letrinas), que si el "estilo flechero", que si el Treeffiti (hacer incisiones sobre los árboles) etc, etc.


Estado actual del mural de A Calzoa, tras la" intervención" de los grafiteros



La pobre sirena y el gaitero, tragados por la inmundicia urbana


El "rey de los salmones", al que se le ha añadido un atributo priápico

Todo para ponderar una forma de gamberrismo urbano en la que  lo  más importante no es el arte o la estética, sino transgredir las normas sociales, por el mero hecho de transgredirlas, y sobre todo "hacerse notar". Cuenta más la cantidad de firmas que un grafitero es capaz de pintar para hacerse "famoso", que la calidad de las "obras". Lo que hacen los grafiteros es marcar su territorio, como hacen los canes cuando mean en todas las esquinas. En su "tarea" es corriente que pisen por encima de las "obras" de otros grafiteros, y en general cualquier superficie les vale para ensuciarla con sus aerosoles, y tanto mejor si se trata de sitios donde no está permitido hacerlo. Esta ilegalidad forma parte de la esencia de un síndrome juvenil, que lo mismo que el acné desaparece con los años, aunque perduran sus lamentables consecuencias, contribuyendo en la mayoría de los casos a empeorar el aspecto de nuestras, ya de por sí, deprimentes ciudades.
Los "expertos" señalan que el fenómeno surgió en la comunidad afroamericana de Filadelfia a finales de los años 60. Poco antes, el mayo del 68 había reclamado el uso del espacio público, de las calles, como escenario, y los activistas políticos habían usado con profusión las pintadas para difundir sus eslóganes y soflamas. De ahí la simpatía que muchos intelectuales de izquierda profesan hacia el graffiti, al que ven como un hermano menor de la pintada política, aunque lo único que tienen en común sea su carácter impositivo, su omnipresencia y la falta de respeto por los lugares y enseres que ensucian, ya sean públicos o privados, o parte del patrimonio histórico y cultural.

Así de tuneado está el barrio histórico del Albaicín (Granada)

De todas formas,el graffiti llega a Nueva York en 1971, cuando aparecieron los primeros tags (firmas) en los vagones del metro. Es un fenómeno por lo tanto subterráneo, infernal si se quiere, y lejos de ser anónimo como tantas obras de arte del pasado, supone una exaltación del ego del autor hasta límites insospechados, imponiéndonos su firma-logo, más o menos criptográfica, por doquier.
La moda fue creciendo y complicándose con enorme virulencia, llegando a producirse una guerra de estilos entre los propios grafiteros, que terminaron por convertir al graffiti en parte del paisaje neoyorkino. Las revistas publicaban cada vez más articulos sobre el tema, hasta que a finales de los 70 el mundillo artístico terminó por aggiornarse a la nueva estética, llegando algunos grafiteros a exponer sus obras en las galerías de arte. Gran notoriedad alcanzaron el afroamericano Basquiat (muerto por sobredosis de caballo a los 28 años) y el activista gay Keith Haring (fallecido de sida a los 32 años).
Mientras unos se lucraban y morían de éxito, el azote del crack se cebaba con los grupos marginales entre los que había surgido el graffiti. En torno a esta mafia creció la delincuencia en los barrios y el uso de las armas de fuego, y mucha gente (con razón o sin ella) empezó a asociar este "estilo" con el tráfico de drogas. De hecho, como apunta D.J. Sick, los grafiteros se habían vuelto mucho más territoriales y agresivos con el tiempo. Todo esto coincidió con las medidas que empezó a tomar la Autoridad Metropolitana del Transporte de Nueva York para erradicar las pintadas del metro, que inspiraban miedo e inseguridad a los usuarios, con tanto éxito que en la actualidad el graffiti ha desaparecido por completo de su lugar de origen.

Nuestro rico patrimonio amenazado.Graffiti en el puente romano de Mérida

Muchas asociaciones de vecinos se organizaron para impedir que siguiera proliferando sin límites la plaga del graffiti en sus barrios, y presionaron a la administración norteamericana para que aprobase leyes y penas cada vez más severas contra los "buffs" (los autores de pintadas). Así que, al hacerse más difícil su actividad en los USA, algunos grafiteros optaron por marcharse al extranjero  y exportar el "fenómeno" a Europa y otros rincones del planeta. Así que la epidemia se ha ido extendiendo hasta el día de hoy, siendo la "primavera árabe", germen de desestabilizaciones,   la última en apuntarse a la moda..
 O sea, que mientras en Yankilandia ya han tomado buena nota y han puesto en vereda a estos delincuentes sociales, aquí seguimos viendo la cosa como una manifestación "cultural" hip- hop y una expresión jubilosa de libertad. Surgen revistas especializadas, encuentros de grafiteros, ayuntamientos que promueven concursos de graffiti, y hasta empresas que comercializan marcas de aerosoles con esta finalidad.
 No faltan "estudiosos" que intentan hacer respetable esta actividad, y vendernos la teoría del buen rollito y de que es posible un grafitismo "legal". Desconocen sin duda otra teoría, la de la ventana rota, enunciada por los criminólogos  James Q. Wilson y George Kelling, que viene a decir que si en un edificio una ventana rota se deja sin reparar, la gente que pasa por delante pensará que a nadie le importa un bledo, que nadie está a cargo de ella. Para el sociólogo Malcolm Gladwell la proliferación de los graffiti son señales de un estado de ingobernabilidad, y cuando se toleran en exceso producen la sensación de que las autoridades no merecen respeto. En su opinión, las pintadas son una enfermedad social porque favorecen el desarrollo de conductas delictivas, ya que el crimen es en cierto modo contagioso y resultado inevitable del desorden.



Graffiti en el puente de la Trinidad (Valencia). Maldita la hora que se inventaron los esprais.



No pongo en duda que algunas creaciones con aerosol tienen un cierto encanto estético, y pueden merecer reconocimiento e incluso hasta su conservación como obras de arte, pero estas piezas (siempre que cumplan los requisitos legales) deberían considerarse como pinturas murales realizadas con la técnica del aerosol y no como "graffiti"  propiamente. Porque la esencia del graffiti nada tiene que ver con esas componendas que pretenden convertirlo en algo socialmente aceptable. Desde su origen se pone de manifiesto su carácter incívico, como un  desafío a las normas sociales y a la legalidad, y lo que le da sentido es que se trata de un acto de agresión, de agresión al paisaje y de agresión visual a los transeuntes. El genuino graffiti, tal y como nació en el metro de Nueva York, no es más que una auténtica gamberrada.



Una obra de arte auténtica:  mural de Urbano Lugrís en Malpica











2 comentarios:

  1. Buenas tardes Ignacio. Buscando información sobre mis exposiciones en Google, me encontré con tu Blog y me llevé una grata alegría. Veo que tienes las fotos y recortes de prensa del mural que pintamos en la Playa da Calzóa. Recuerdo con mucho cariño los días que compartimos haciendo el proyecto y pintado. Muchas gracias por este recuerdo. No tengo tu Tf. si tienes el mío llámame y nos vemos.
    Un abrazo.
    Beatriz Ansede.

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    1. Hola, Beatriz. Celebro que esta entrada te haya traído buenos recuerdos de cuando pintábamos juntos. La verdad es que han pasado tantos años, y la vida ha dado tantas vueltas, que ya no conservo los números de teléfono. Pero espero verte cualquier día de estos por Vigo. Recibe también un abrazo, y te deseo mucha suerte en las exposiciones de pintura.

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